En estos días ha salido publicado en diversos
medios que las cuatro caras del famoso reloj Big Ben de Londres van a ser sometidas a tareas de limpieza en lo alto de la Torre de Isabel, de más de 95
metros de altura. El trabajo será llevado a cabo por un equipo de expertos que
realizarán el trabajo suspendidos convenientemente a dicha altura, a razón de
una cara del reloj por día.
Lo curioso de la noticia es que si bien las
agujas del reloj dejarán de funcionar para permitir realizar correctamente la
limpieza, las campanas de la torre
seguirán funcionando en su modo habitual.
De la noticia se deduce que durante cuatro días estos operarios
estarán trabajando, además de colgados a noventa metros de altura, a escasos metros de
5 campanas que repican cada cuarto
de hora. La más grande y famosa de estas campanas es la conocida como Big Ben (denominación que se asocia
también con la propia Torre), de más de 13 toneladas de peso, que repica cada
hora. Los niveles de ruido que generan alcanzan los 118 decibelios.
Para hacerse una idea, imaginad que estáis en
vuestra casa o en vuestro trabajo y que cada 15 minutos suena una sirena de
emergencia o un avión despega en la finca de al lado. ¿Descansarías igual? ¿Rendiríais
lo mismo?... Pues esas son las condiciones en las que van a tener que trabajar
estos expertos trabajadores durante cuatro días.
Desde Sonen sentimos que forma parte de nuestro
trabajo el intentar concienciar a la sociedad y a las autoridades pertinentes
de los perjuicios que el ruido provoca en la salud de la gente. En este caso
concreto, entendemos que debiera ser tan importante
(o más) detener el funcionamiento
del reloj como el de las campanas mientras se llevan a cabo las tareas de
limpieza, más allá de proveer a los operarios de unos simples protectores
auditivos. No sólo para realizar correcta y eficientemente su trabajo, sino por
la propia salud física y mental de
los trabajadores.
La problemática de las campanas
De nuevo para hacerse
una idea, niveles superiores a 35 decibelios en el interior de una vivienda pueden llegar a provocar
insomnio. Y si este ruido se sufre periódicamente, cada día, a cada hora o incluso varias veces por hora, la cosa puede desencadenar en graves consecuencias físicas y psicológicas (fatiga, estrés, tensión,
dolor de cabeza, alteraciones digestivas, malhumor, falta de concentración, etc.).
La problemática de los
campanarios no parece presentar fácil solución. Argumentos tales como
que las campanadas sirven de referencia horaria o que son una tradición (…) resultan ser, en contra de la lógica, lo suficientemente sólidos como para que a
día de hoy el repiqueo de las campanas no esté, como mínimo, debidamente regularizado. No le faltaba razón a Don Quijote cuando dijo aquello de “Con la iglesia hemos topado”…
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